- Una espectacular geología, repleta de
hermosas y misteriosas irregularidades, hace de Tepoztlán un espacio
particularmente fértil para el misticismo.
El Valle Sagrado de Tepoztlán: el espíritu florece en las montañas /
Cuando ando cansada y triste me basta mirar a los cerros que nos rodean.
Les hablo y me contestan y ahí vamos pasando el día ellos y yo.
Y me subo a la azotea y le grito a los cerros que nos ayuden a defenderlo,
que no nos dejen solos, y por fin ellos me contestan.
Les hablo y me contestan y ahí vamos pasando el día ellos y yo.
Y me subo a la azotea y le grito a los cerros que nos ayuden a defenderlo,
que no nos dejen solos, y por fin ellos me contestan.
Anónimo
Tepoztlán es un pueblo sagrado. Lo
anterior puede concluirse a simple vista, aún si se desconoce la basta
tradición mística del lugar. De entre sus cadenas de montañas
peñascosas, emanan secretos fácilmente perceptibles, y tal vez ello
justifica la hipnosis que generan, invitando inevitablemente a la
contemplación. Además, hay algo en su clima, en el ambiente, que abraza
una atmósfera particular, representando una cultura milenaria, un
linaje.
La extasiante geología del lugar se
debe, en parte, a que Tepoztlán se encuentra en una zona llamada de
transición: aquí convergen las fronteras del Eje Volcánico y la
Depresión de Balsas. Además, es una zona límite de dos regiones
biogeográficas de América, la Zona Tropical Neoártica (la cual se
extiende hasta Canadá) y la Neotropical, que da inicio a Centroamérica.
Entre sus emblemáticas elevaciones, se
encuentra el cerro del Tepozteco, en cuya punta fue edificada una
pirámide en honor al “señor de este lugar”. Según la leyenda:
Una doncella hizo
caso omiso de los peligrosos aires que atraviesan la montaña, los cuales
terminarían por preñarla; avergonzada su familia, intentarían, sin
éxito, deshacerse del fruto de aquel encuentro. Finalmente una pareja de
ancianos adopta al infante, quien una vez joven daría muerte a una
serpiente que devoraba humanos. Este niño, el Tepozteco, vive para
siempre en la pirámide; él es hijo de los dioses, y fue concebido a
través de una virgen.
Uno de los más perseverantes estudiosos
esotéricos de la zona, Daniel Ruzo, asegura que este lugar, Tepoztlán y
sus montañas, fue el único sitio que libró el legendario diluvio.
También advierte que el lugar guarda entre sus montañas múltiples
mensajes, de inimaginable valor, que aún aguardan a ser descifrados.
Actualmente los habitantes nativos de
este lugar son considerados entre los más aguerridos de México; tal vez
debido al arraigo por la defensa a su valle y montañas sagradas. De
hecho, Emiliano Zapata, uno de los revolucionarios más admirado
alrededor del mundo, halló en esta tierra, próxima a su lugar de
nacimiento, una fuente de combatientes férreos que le acompañaron
durante su lucha.
Pero peculiar belleza del lugar, incluso
aunada a su riqueza mitológica, no basta para justificar por qué este
lugar se ha convertido en uno de los centros predilectos de magia y
misticismo dentro de México. Seguramente la respuesta la guardan sus
montañas. Por eso, para entender qué es lo que sucede en Tepoztlán, es
necesario visitarlo y simplemente contemplar, en silencio, el paisaje.
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