La muerte como un paso para continuar la vida
La tradición de los Raramuris o Tarahumaras (etnia del norte de México) alrededor de la muerte, contiene interesantes lecciones de como afrontar, culturalmente, este fenómeno.
Por: Mauricio del Villar
El presente artículo no es el resultado
de una investigación académica sobre la concepción de la muerte en el
mundo Raramuri (Tarahumara), simplemente pretende compartir lo que desde
mi experiencia tuve el privilegio de vivir con comunidades de la Sierra
Tarahumara.
La muerte para el Raramuri, al igual que
para muchas culturas indígenas del mundo, representa un paso más para
continuar viviendo. Esto en contraste con algunas culturas mestizas en
las que la muerte representa el final, el descanso en paz o lo que en
términos prácticos se refiere al final de la historia de una persona.
La muerte se convierte en una actividad más en la que la persona
continua su caminar hacia Onoruame (Dios padre y madre). El Ronco
Robles, padre jesuita que vivió más de 40 años entre ellos la define
“como si se tratara de nacer de nuevo, de dejar un medio y un modo de
vida para pasar simplemente a otro mejor”[i]
La muerte es algo cotidiano con la que
conviven las mujeres y hombres que habitan las cientos de comunidades
dispersas a lo largo de la Sierra. El miedo a la muerte no se ve
reflejado entre las personas que aún se encuentran vivas, ni tampoco
hacia el cuerpo de la persona que ya murió; el cual es tocado, lavado y
preparado por varias personas para que pueda continuar caminando.
Las comunidades Raramuri no se
encuentran concentradas en un mismo punto geográfico, sino que hay una
gran dispersión, distancias entre sí que implican, muchas veces, caminar
más de una hora entre casa y casa. A su vez no todas las casas se
encuentran cerca del “Campo Santo”, por lo tanto cuando muere una
persona, y después de cumplir con ciertos ritos en su propia casa, se le
traslada, enrollada, en una cobija y amarrada en un palo que es cargado
por dos personas entre cumbres y arroyos hasta llegar al lugar donde se
deposita el cuerpo. Mientras ocurre el traslado seguramente ya hubo una
avanzada de personas para cavar el agujero.
Al llegar al lugar, el cuerpo es
acompañado por gran parte de la comunidad, incluyendo niños. Los
Owiruames (doctores) y personas cercanas al fallecido comienzan hablarle
para desearle un buen camino, le dan consejo sobre cómo debe seguir
viviendo y ser feliz para que, a su vez Onoruame, esté contento.
Mientras tanto “nosotros, los que nos quedamos en la comunidad,
seguiremos haciendo fiesta y más adelante nos encontraremos en alguna
travesía”.[ii]
Su cobija se pone a su lado para que se
tape cuando tenga frio, al igual que sus huaraches para seguir “andando
en la Sierra”. Llega un momento en que los presentes se acercan y baten Kobisi (pinole) frente al cuerpo, vertiendo algunas cucharadas del mismo para alimentarlo, al igual que tirando un poco de Sugiki
(bebida de maíz) para que tenga la fuerza en su caminar, el sobrante de
ambas viandas se deposita al lado del cuerpo, como reserva para el
camino. Al salir del “campo santo” mujeres, hombres y niños atraviesan
una columna de humo generado por una rama de pino verde, que pretende
dar un nuevo paso hacia la vida.
Para el resto de la comunidad el
transcurso de la vida continua y para acompañar a la persona que muere
se le hacen una serie de fiestas (cuatro a la mujer y tres al hombre),
donde la música y la danza es parte fundamental para alentarlos en su
caminar. En palabras de Carlos Montemayor “La danza es una forma
distinta de caminar, o mejor, una forma de caminar en otras dimensiones,
en otros territorios: en los territorios celestes e invisibles”[iii]. Posteriormente algunas de sus posesiones se arrojan al barranco para que no quede nada que no les permita avanzar.
La tristeza y el duelo se vive de manera
muy distinta, ya que desde nuestra cultura la muerte se percibe como la
ausencia de una vida que se esfumó y con la que no volveremos a
convivir. Ellos, en cambio, lo viven como el siguiente paso. Por
supuesto que pueden sentir tristeza, pero todo ocurre en un ambiente de
fiesta, risas, bromas y muchas cosas más que te hacen sentir el duelo de
otra forma. Festejas el nuevo caminar de la persona y a su vez le
ayudas a continuar. En la fiesta comparten su “alegría todos los años,
como fue en un principio, hace muchos tiempo, cuando apenas comenzaba la
vida aquí en la tierra, que así vivía haciendo fiesta la gente… Si no
vivimos así ahora, haciendo fiesta, no va tener fuerza el mundo”[iv]
En todos estos episodios están presentes
una serie de ritos y significados que acompañan al Raramuri a lo largo
de su vida, y que seguramente muchos de ellos nunca los comprenderé por
el simple hecho de que no soy uno de ellos. Pero sin duda alguna, sé que
hay mucho por aprender de su cosmovisión, la cual se convierte en un
espacio de resistencia dentro de la corriente homogenizadora que se
respira a lo largo de todo el mundo y que hasta pretende que todos
piensen de la misma forma ante la Muerte.
Mail del autor: mauriciodelvillar@hotmail.com
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