Ámbar gris, el tesoro fragante que se encuentra en la materia fecal de las ballenas, ahora se producirá en un laboratorio
Investigadores en Suiza crackean genéticamente la producción de ámbar gris, un raro y valioso ingrediente de la industria cosmética utilizando sobre todo en la producción de perfumes que solo se obtiene del intestino obstruido de cachalotes muertos; la sustancia ahora se producirá en microscópicas fábricas de bacterias E. coli.
Por: pijamasurf
Desde tiempos remotos, la cosmética ha 
echado mano de las sustancias que poco o nada se asocian con la búsqueda
 de la belleza, especialmente cuando, como en los perfumes, se utilizan 
los desechos orgánicos de los animales, casi siempre orines u otras 
secreciones que, inesperadamente, son la base de algunas de las 
fragancias más apreciadas (como el almizcle, sumamente utilizado en la 
antigüedad, proveniente de las glándulas que, dependiendo del mamífero, 
pueden ubicarse en el prepucio, el periné o el ano).
Ese es también el caso de la materia 
fecal de las ballenas, entre las cuales se encuentra una de las materias
 más preciadas entre los grandes perfumistas: el ámbar gris, tenido 
también como afrodisiaco en la Edad Media e incluso como ingrediente de 
la gastronomía real en la corte de Carlos II de Inglaterra, presente 
también en Moby Dick como símbolo paradójico del objeto de presunción que se encuentra entre los detritus de un animal.
Ahora bioquímcos en Ginebra buscan crackear
 el origen de sustancia y obtenerla sin necesidad de recurrir a los 
océanos y estas expediciones casi épicas, buscando solamente la bacteria
 cuya acción genera la valiosa fragancia. Si la investigación tiene 
éxito, los investigadores convertirían estos microrganismos en pequeñas 
plantas productoras de perfume.
El ámbar gris se produce como resultado 
de los fragmentos no digeridos del calamar que forma parte habitual de 
la dieta del cachalote (Physeter macrocephalus) y su “cosecha” 
se realiza solo cuando uno de estos grandes cetáceos muere justamente 
por causa de un intestino bloqueado y roto; en estas condiciones, el 
ámbar gris madura entre la salmuera del estiércol alquitranado, 
adquiriendo la textura de una roca suave y cerosa. Por esta razón no es 
posible obtenerlo de ballenas vivas, sino solo cuando las olas arrastran
 los cadáveres a cielo abierto.
Así, la necesidad de crearse una fuente 
mucho menos espontánea y azarosa, ha llevado a la industria cosmética a 
emprender estudios como el de Michael Schalk y otros investigadores 
adscritos a la firma Firmenich, quienes buscaron el camino genético 
mediante el las bacterias de la putrefacción contribuyen en la formación
 del esclareol, la sustancia fragante principal del ámbar gris y otros 
ingredientes naturales de la perfumería.
Schalk y sus colegas identificaron y 
extrajeron los genes que codifican las enzimas catalizadoras del 
esclareol, trasplantándolos después a una bacteria Escherichia coli,
 que si bien al principio no fue capaz de producir la sustancia en 
grandes cantidades naturalmente, con la adición de un gen de una 
bacteria distinta fue posible alcanzar este propósito.
Gracias a este proceso —entre la 
ingeniería metabólica y la genética— Firmenich podría tener pronto una 
especie de mina bacteriológica de ámbar gris y dejar de depender de la 
mala digestión de un cachalote.
 
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