Grandes Maestros del Espíritu: Conde de Saint Germain
El Conde de Saint Germain es una de las más intrigantes figuras dentro de la historia del misticismo occidental; con este ensayo biográfico inauguramos en Pijama Surf la serie "Grandes Maestros del Espíritu".
Por: Javier Barros Del Villar
Con esta pieza inauguramos una serie que
 desde hace tiempo queríamos arrancar en Pijama Surf, dedicada a los 
grandes maestros, figuras tan prominentes como enigmáticas, cuya 
presencia ha sido de especial relevancia durante la historia del 
desarrollo espiritual de la humanidad.
La omnipresente lejanía que les 
caracteriza, haciendo honor a la paradójica naturaleza del universo, 
provoca que hacer una semblanza sobre ellos se vuelva un ejercicio algo 
complejo. Los datos biográficos que les atañen, las crónicas de sus 
épicas hazañas y la ejemplar congruencia de sus vidas se manifiestan en 
los linderos de lo mitológico y lo real. Muchos cuestionan su 
existencia, otros se entregan fanáticamente a sus enseñanzas y algunos 
más ni siquiera han escuchado hablar de la mayoría de ellos.
Pero para eludir cualquier polémica 
racional, intentando llevar el ejercicio por encima del silogismo y del 
fanatismo, valdría la pena enfatizar en que más allá de que su 
existencia sea probada o de que sean simples fantasías utópicas, lo 
cierto es que los grandes maestros reposan ahí, en el panorama 
existencial del ser humano, como pulsos inspiradores. Y de algún modo 
representan una guía del “correcto” vivir, y a la vez su camino, al ser 
suyo, excluye la posibilidad de que sea el nuestro —y esto último es 
algo que todo alumno debiese tener claro ante su maestro. El punto es 
que no se trata de que tú, yo o cualquiera intente replicar el camino de
 alguno de ellos. Se trata de que nos nutramos de las lecciones 
inscritas en su legado, para diseñar nuestra realidad individual. Ni 
más, ni menos.
Y para comenzar la serie “Grandes 
Maestros” hemos elegido, por alguna razón relativamente incierta, al 
Conde de Saint Germain, un ser luminoso, polémico, elusivo, que dejó a 
su paso un rastro que ha sido retomado por innumerables escuelas 
místicas y cuya figura es en sí un hermoso código envuelto en 
estimulantes secretos que, quiero creer, esperan a ser decodificados por
 todo aquel que esté dispuesto a observar, con honestidad, los 
componentes de su existencia.
Origen
El origen de este misterioso personaje 
es completamente incierto, en buena medida por las distintas versiones 
que sobre él se han publicado. Kenneth Mackenzie, en su Royal Masonic Cyclopedia, recapitula algunas de estas teorías, entre las que mencionaremos solo algunas.
Se dice, por ejemplo, que nació en 
Letmertz, Bohemia, territorio que actualmente forma parte de Alemania. 
Otros, encabezados por el Marqués de Crequis,  afirman que su verdadero 
nombre era Simon Wolff, nacido en Estrasburgo y de origen judío. También
 hay quien cree que en realidad se trataba de un jesuita español de 
nombre Aymar, un marqués nacido en Portugal o el hijo de una princesa 
italiana y nacido en San Germano. 
En cuanto al Príncipe Karl de 
Hesse-Cassel, quien fue amigo y ferviente admirador de St Germain, 
asegura haber escuchado en propias palabras del conde que este era hijo 
de Rakoczy Ferenz, regente de Transilvania y quien peleó por la 
independencia de Hungría ante Austria. En la historia húngara Ferenz es 
una especie de héroe nacional y curiosamente se cuenta que uno de sus 
hijos, tan precoz que a los 12 años manejaba prácticamente todos los 
idiomas conocidos, había sido enviado a estudiar lejos.
En síntesis, el verdadero origen de St 
Germain es confuso, si bien es cierto que prácticamente todas las 
versiones coinciden en que era una persona extraordinariamente culta y 
educada y que su porte aludía a un carácter aristocrático y refinado. La
 confusión es mayor pues aparentemente el conde hablaba con plena 
fluidez múltiples idiomas, lo cual hacía su acento indistinguible para 
cualquiera de sus interlocutores.
El Misterio
Entre las decenas de libros que se han escrito sobre él, uno de los más interesantes es una biografía, Graf St Germain,
 obra del historiador alemán E.M. Oettinger, quien posiblemente fue 
presentado ante el conde en París durante la tercera década del siglo 
XIX. Y a pesar de que Oettinger era un distinguido profesional en su 
época, cita afirmaciones de St Germain que para muchos serán imposibles 
de creer.
De acuerdo con el historiador, este 
enigmático personaje le confesó haber estudiado magia con el destacado 
alquimista Raymundo Lulio (1235-1315) y pintura con Cimabue (1240-1302).
 “Tuve la fortuna de conocer a Paracelso (1493-1541), quien era profesor
 en Basilea”, le habría compartido St Germain, agregando que había 
tenido oportunidad de ver la piedra filosofal en manos del suizo, la 
cual estaba compuesta por 777 ingredientes. De acuerdo con la misma 
biografía, el conde también acompañó a Francisco I en su coronación 
(1494-1547), asistido al famoso mago Nostradamus (a mediados del siglo 
XVI), aprendido música con Palestrina y haber forjado amistad con John 
Dee, el lúcido astrólogo de la Reina Isabel I, entre muchas otras 
aventuras.
Pero si tomamos en cuenta las 
declaraciones del conde que cita Oettinger, entonces tendríamos que 
inferir que vivió por más de cinco siglos, razón por la cual muchos le 
ridiculizaban o tachaban de charlatán, mientras que otros le adjudicaban
 poderes sobrenaturales o simplemente le consideraban un portador del 
codiciado elixir de la larga vida que preparaban los más diestros 
alquimistas. Y si la flexibilidad espaciotemporal en torno a la figura 
de este personaje no es suficientemente confusa, resulta que St Germain 
también gustaba de utilizar diversos nombres, entre ellos el Conde de 
Weldone, Saint-Noel y Pere Joseph.
Finalmente, de acuerdo al Príncipe Karl,
 el conde murió en 1784, en el propio castillo de Hesse-Cassel. Sin 
embargo, en años subsecuentes se reportaron encuentros con St Germain, 
incluso en los círculos literarios que se organizaban a mediados del 
siglo XIX en París con gente como Balzac, Sue y Dumas (este último, por 
cierto, bien pudo inspirarse en la figura del conde para dar vida al 
Conde de Monte Cristo). 
Menciones históricas
Dentro de las menciones que se hacen 
sobre el conde, avaladas por documentos históricos, podemos mencionar, 
además de la obra de Oettinger que recién citamos, una carta 
intercambiada entre un par de nobles ingleses, Horace Mann y Horace 
Walpole, fechada en 1745 en Londres, y que corresponde además a la 
primera vez que se menciona a St Germain: «El otro día detuvieron a un 
hombre extraño que se hace llamar conde de Saint-Germain. Ha estado aquí
 estos dos años, pero no dice a nadie quién es ni de dónde viene. 
Admite, sin embargo, que ese no es su verdadero nombre. Canta y toca el 
violín magníficamente, está loco y no es muy sensato». Aparentemente el 
conde había sido detenido por sospechas de que fuese un espía, acusación
 que se repetiría en diversas ocasiones a lo largo de los años.
Por otro lado, en las memorias del 
famoso Giacomo Casanova, ese glamoroso semental italiano del siglo 
XVIII, se narra un encuentro que tuvo este con el conde, a quien 
consideraba un gran impostor pero frente a quien, paradójicamente, 
demostraba un especial reconocimiento:
La más gustosa cena 
que tuve fue con Madame de Robert Gergi, quien acudió con el famosos 
aventurero conocido bajo el nombre de Conde de St. Germain. Este 
individuo, en lugar de comer, habló desde el principio hasta el final 
del encuentro […]. St Germain se entregó a compartir una serie de 
maravillas, siempre dirigidas a impresionar, lo cual con frecuencia 
lograba. Era educado, manejaba distintas lenguas, era notable músico y 
químico, además de ser bien parecido y manejar un trato perfecto ante 
las damas […]. Este hombre extraordinario, destinado a ser el rey de los
 impostores, afirmaba con confianza tener más de 300 años de edad, 
poseer el secreto de la Medicina Universal, controlar la naturaleza, 
fundir diamantes [...]
Por último, el Museo Británico guarda en
 sus archivos una carta enviada por St Germain en la que el conde 
ofrecía donar una copia de la segunda edición de la Biblia, impresa en 
1462, y cuya reliquia actualmente se encuentra en este recinto.
Sus múltiples talentos
Bordeando siempre entre la fantasía y la
 “realidad”, a St. Germain se le adjudicaban innumerables dotes y 
virtudes, algunas de ellas propias de un hombre que dominaba la alta 
cultura, a la manera de los más lúcidos renacentistas, y otras que le 
revisten con poderes casi sobrenaturales. Entre las primeras se habla de
 su exquisito talento musical para componer e interpretar, su admirable 
manejo de todo idioma que el entorno le exigía, sus conocimientos 
avanzados en temas de historia, química, medicina, alquimia, literatura,
 pintura y magia. Era también un famoso esgrimista, un destacado 
diplomático y estratega político, razón por la cual Luis XV le 
frecuentaba como consejero, manejaba recursos que le permitían verse 
siempre joven y fresco y hay quienes afirman que era igual de hábil con 
ambas manos y ambos pies (al grado de que era imposible decir si era 
diestro, zurdo o ambidiestro). 
Ya en un plano un tanto más épico, se 
dice que St Germain era capaz de escribir con una mano un tratado sobre 
astronomía, mientras que con la otra, de manera simultánea, podía 
escribir un documento que terminaría por sentar las bases de la 
constitución estadounidense. También se rumoraba que era un ser 
inmortal, que en más de una ocasión convido a bellas doncellas con 
trozos de la legendaria Piedra Filosofal de los alquimistas o que había 
asesorado a personalidades como el mismo Jesucristo. Por otro lado, los 
adeptos de la corriente teosófica le nombraron Maestro Ascendido, es 
decir, un alma que a pesar de haber alcanzado ya su iluminación 
individual, decide regresar a este plano para asistirnos a consumar 
nuestra propia emancipación.
Pero si bien casi cualquiera de los 
talentos que se le adjudican a St Germain pudiese ser cuestionado por 
sus críticos, lo que parece difícil de refutar, pues se infiere a partir
 de múltiples referencias que sobre su figura existen, es que se trataba
 de un hombre con una cultura y educación que pocos podían equiparar, 
siendo la personificación misma de la elegancia y el refinamiento. Un 
hombre que destacaba por su gentileza, y que a pesar de los grandes 
misterios que le rodeaban  manifestaba invariablemente una dignidad que 
cautivaba a toda persona con la que trataba. O en palabras del gran 
erudito y ocultista Manly P. Hall, St Germain “habitaba modestamente en 
el interior de un aura de grandeza”.
Obra
Como todo en la vida de St. Germain, 
resulta bastante complejo rastrear su legado literario. Por un lado se 
habla de un manuscrito un tanto fantasmagórico titulado Les Arcanes ou Secrets de la Philosophie Hermétique, que está ligado a un esotérico francés de nombre Lenain. En su Doctrina Secreta,
 Madame Blavatsky cita un par de ensayos sobre numerología que atribuye 
al conde. También se asegura que existe un pequeño volumen escrito por 
él, sobre este mismo tema, en la Bibliothèque Nationale, en París, 
aunque oficialmente no se ha podido dar con este texto. En cuanto a los 
manuscritos que se le pueden atribuir con razonable certeza, en realidad
 solo se cuentan dos. Uno de ellos es La Très Sainte Trinosophie (La Santísima Trinosofía),
 relativamente accesible y que ha sido editada en español. Esta obra 
representa una síntesis de tres corrientes herméticas: la gnóstica, la 
rosacruz y la masónica (la copia original se encuentra en la 
Bibliothèque de Troyes).  Este manuscrito se encontró en manos de 
Caligostro y le fue incautado por miembros de la Inquisición en Roma.
El otro texto, y cuyo original forma 
parte de la colección de Manly P. Hall, se trata de un volumen impreso 
en formato triangular titulado La Magie Sainte révélée a Moïse , 
retrouvée Dans un Monument Egyptien, et précieusement conservée en Asie 
sous la devise d’un Dragon Aile (La sagrada magia revelada a 
Moises, recuperada en un monumento egipcio y cuidadosamente preservada 
en Asia bajo la custodia de un dragón alado). Este texto, 
consultado por innumerables logias masonas, está escrito a la manera de 
los manuales de magia ceremonial, es decir, ofrece instrucciones 
específicas, aunque seguramente codificadas, sobre cómo proceder para 
consumar rituales.
Sus enseñanzas
Si bien el Conde de St Germain está 
ligado a distintas tradiciones místicas, entre ellas la alquimia, y a 
derivados de estas como la Masonería, el camino Rosacruz, la Sociedad 
teosófica de Blavatsky y compañía e incluso a los iluministas alemanes 
(Iluminati), lo cierto es que más allá de un código específico su 
principal enseñanza consistía en enfatizar sobre las infinitas 
posibilidades que habitan en el interior de toda persona —tal vez 
refiriéndose a lo que popularmente conocemos como ‘el juego de la vida’—
 y que a través de la disciplina práctica guiada por un núcleo firme de 
principios (una congruencia armónicamente implementada) el ser humano 
debe orientar toda su energía a emanciparse del mundo material para 
acceder a la interacción con la divinidad.
Por otro lado el conde personificaba una
 especie de Renacentismo místico, muchos siglos antes del surgimiento de
 la corriente que hoy conocemos como New Age y de sus primeros 
antecedentes como la Sociedad Teosófica, ofreciendo en una enseñanza 
entre líneas el concepto de la unidad: no importa cuál de las grandes 
tradiciones espirituales decidas seguir, lo que realmente tendrá valor 
es la honestidad, la consistencia y la dignidad con la que lleves. Y si 
es el caso, eventualmente comprobarás que todos los ríos del espíritu 
nacen y terminan en una misma fuente.
Conclusión
Tras leer este artículo sobre St Germain
 seguramente muchos coincidirán con Casanova al considerarlo un refinado
 charlatán y, en contaste, otros habrán encontrado la información 
necesaria para justificar su devoción en torno a la figura de este 
maestro. Pero como mencionábamos al principio, tal vez el mejor 
acercamiento a este tipo de personajes sea el de concebirlos como 
fuentes de inspiración, como ejemplos del potencial humano que cada uno 
de nosotros proyectamos ineludiblemente, fenómeno que podría resumirse 
en una frase: estamos diseñados para diseñar(nos).
Para cerrar, a continuación unas líneas 
del propio St Germain que son celosamente guardadas por el Museo 
británico y que inauguran el capítulo dedicado al conde en el libro Sages and Seers de Manly Palmer Hall (The Philosophical Research Society, 1959):
Philosophical Sonnets
Curious scrutator of all nature,
I have seen gold thick in the depths of the double mercury.
I have seized its substance and surprised its changing.
I explain by that art the soul with the womb of a mother,
Make its home, take it away, and as a kernel
Placed against a grain of wheat, under the humid pollen;
The one plant and the other vine-stock, are the bread and wine.
NOTHING was, God willing, NOTHING became something,
I doubted it, I sought that on which the universe rests,
NOTHING preserves the equilibrium and serves to sustain.
Then, with the weight of praise and of blame.
I weighed the eternal, it called my soul,
I died, I adored, I knew NOTHING more.
* Traducción de Manly P. Hall
Soneto Filosófico / Conde de Saint Germain
Curioso escrutador de la naturaleza entera,
He conocido del Gran Todo el principio y fin,
He visto el oro en potencia en el fondo de su minera,
He captado su materia y sorprendido su fermento.
Expliqué por medio de qué arte el alma de los flancos de una madre,
Hace su morada, la transporta, y como una pepita,
Puesta junto a un grano de trigo, bajo el húmedo brote,
La una planta, y la otra cepa, son el pan y el vino.
Nada era, dios lo quiso, la nada devino algo,
Dudé, busqué en qué se apoya el universo,
Nada guardaba el equilibrio y servía de sostén.
Finalmente, con el peso del elogio y de la culpa,
Pesé al eterno, el llamó a mi alma,
Morí, adoré, yo no sabía ya nada más.
* Traducción de David García Valverde
Soneto Filosófico / Conde de Saint Germain
Curioso, hurgué la tierra completa;
del Todo, principio y fin conocí;
en honda mina del oro vi la veta,
su materia y su fuente descubrí.
Dije que alma en útero divino
se forma, florece; y que semilla
con un grano de trigo, en arcilla,
hacen, planta y cepa, pan y vino .
Nada se hace algo nada siendo,
dudé, busqué base al universo,
nada lo nivelaba ni soportaba.
Al fin, de elogios y quejas armado,
a dios desafié, él mi alma llamó,
morí, amé, más mi saber no daba .
* Traducción aportada por nuestro lector Homefoc
Poèmes philosophiques sur l’Homme / Comte de Saint-Germain
Curieux scrutateur de la nature entière,
J’ai connu du grand tout le principe et la fin,
J’ai vu l’or en puissance au fond de sa minière,
J’ai saisi sa matière et surpris son levain.
J’expliquai par quel art l’âme aux flancs d’une mère,
Fait sa maison, l’emporte, et comment un pépin
Mis contre un grain de blé, sous l’humide poussière,
L’un plante et l’autre cep, sont le pain et le vin.
Rien n’était, dieu voulut, rien devient quelque chose,
J’en doutais, je cherchai sur quoi l’univers pose,
Rien gardait l’équilibre et servait de soutien.
Enfin, avec le poids de l’éloge et du blâme,
Je pesai l’éternel, il appela mon âme,
Je mourus, j’adorai, je ne savais plus rien.
 
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