Científicos comprueban que un ser vivo puede extraer energía de otro
Investigadores comprobaron que las plantas se utilizan mutuamente como reservas alter-energéticas; el intercambio de energía entre seres vivos podría convertirse en un próximo y fascinante tópico científico.
Por: Javier Barros Del Villar
Desde hace tiempo se maneja 
coloquialmente la posibilidad de que una persona pueda extraer energía 
de otra. Tal vez te resuenen anécdotas sobre vampirismo ‘bioenergético’,
 interacciones en las que alguien toma de otra persona, y generalmente 
sin su consentimiento, energía vital. Por otro lado existe un probable 
fenómeno en el que una persona, o un grupo, cede voluntaria aunque 
inconcientemente su energía a favor de alguien. Esto último, en caso de 
realmente existir, podría relacionarse con lo que sucede alrededor de 
las celebridades quienes, por ejemplo, en un concierto, reciben una 
monumental descarga de energía por parte de sus fans . Posteriormente, 
una vez terminada su carrera, caen en severas depresiones o estados 
decadentes ante la falta de ese flujo de ingreso. También podríamos 
mencionar lo que ocurre con una mujer particularmente linda, a quien 
decenas de tipos van nutriendo cotidianamente, cediéndole energía, lo 
cual provoca que ella sea cada vez más hermosa –o al menos está es una 
de las hipótesis que podrían explicar el singular fenómeno–.  
En fin, más allá de especulaciones en 
torno a las posibilidades de extracción energética entre seres humanos, 
las cuales por cierto forman parte del arco narrativo de múltiples 
teorías conspiracionales, un reciente hallazgo científico sugiere que 
efectivamente podrían estarse gestando intercambios energéticos entre 
personas. Investigadores de la Universidad de Bielefeld, en Alemania, 
comprobaron que una planta puede utilizar al resto como fuente 
alternativa de energía.  El equipo, encabezado por el Dr. Olaf Kruse, 
confirmó que un tipo de alga, la Chlamydomonas reinhardtii, no 
solo es capaz de operar procesos fotosintéticos, sino que intercambia 
energía con otras plantas, aprovechándolas como alternativas de energía.
 El descubrimiento fue publicado en el diario Nature Communications, suplemento de la prestigiada publicación científica Nature. 
El equipo de Kruse cultivó esta 
microscópica alga y observo que, ante la falta de energía, estas plantas
 unicelulares podían extraer energía de la celulosa vegetal ubicada 
junto a ellas. El alga secreta enzimas que digieren la celulosa, 
fragmentándola en pequeños componentes de azúcar que son transportados 
al interior de la célula y traducidos en energía. Lo anterior le permite
 al alga continuar con su crecimiento. “Esta es la primera vez que se 
confirma este tipo de comportamiento en un organismo vegetal. Que el 
alga pueda digerir celulosa contradice lo expuesto anteriormente en 
cualquier libro de texto. Hasta cierto punto lo que estamos presenciando
 es una planta comiendo otra planta.” afirma Kruse.  
De acuerdo con una perspectiva un tanto más new agera,
 pero que a la vez le da coherencia a diversos fenómenos que apreciamos 
de manera cotidiana, este descubrimiento podría desencadenar una 
eventual prueba científica de que lo mismo, un intercambio fáctico de 
energía, sucede entre el resto de seres vivos, incluidos obviamente los 
seres humanos. “Cuando en los próximos años los estudios sobre la 
energía sean más avanzados, veremos que esto mismo se traduce en las 
personas. El organismo humano es muy similar al de una planta, toma 
energía para alimentar estados emocionales, lo cual básicamente puede 
nutrir células o incrementar los niveles de cortisol
 (hormona esteroidea) y activar un catabolismo celular dependiendo del 
detonante emocional.” advierte la Dra. Olivia Bader-Lee, psicóloga 
especializada en ‘sanación energética’.
Por ahora solo resta que Kruse y su 
equipo continúen con experimentos similares, replicando el proceso pero 
con otras plantas, para ampliar el entendimiento sobre como funciona la 
transmisión de energía entre seres vivos. Investigación que 
eventualmente tendría que incluir a animales y personas. 
Más allá de que la posibilidad de un 
intercambio energético real entre personas es un tema fértil para la 
imaginación desbordada y la confabulación psicótica, lo cierto es que 
este descubrimiento bien podría incluirse dentro de una reciente 
tendencia dentro de la cual la vanguardia científica comienza a 
confirmar la existencia de diversos fenómenos que hasta entonces eran 
concebidos, exclusivamente, dentro de una arena relativamente esotérica 
–por ejemplo, la existencia de universos paralelos, la transmisión 
informativa sin necesidad de coincidir en tiempo/espacio, o la presencia
 de facultades psíquicas–.
Supongo que solo me resta compartir que 
en lo personal me parece que el intercambio energético de personas, 
entre ellas, e incluso respecto a espacios físicos y a otros seres 
vivos, es un fenómeno relativamente explícito, que sucede de manera 
cotidiana y que define una parte importante de los flujos emocionales, 
mentales, y físicos de toda persona. Aunque tampoco descarto que esta 
percepción sea solo producto de una auto-sugestión –como cualquier otra 
posible verdad dentro de mi vida–. 
Twitter del autor: @paradoxeparadis
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario