¿Es el periodismo ciudadano el mejor aliado informativo en tiempos hostiles?
En momentos críticos, un ciudadano con un teléfono es un potencial generador de información valiosa para la comunidad, ante esto, el oficio periodístico queda en segundo término.
Por: Ana Paula de la Torre -
Según
la Real Academia de la Lengua Española (RAE), un periodista es “una
persona dedicada profesionalmente, a tareas literarias o gráficas de
información, o creación de opinión”. Sin embargo, en los últimos años,
este concepto se ha enriquecido en la percepción colectiva: si un
periodista es aquel que recolecta, analiza y trata con información de
interés público, entonces lo anterior puede ser concretado por
cualquiera que tenga la disposición. La raíz de esta discusión, para
muchos ya superada, radica en que el periodismo ha estado ligado
tradicionalmente a un oficio.
En esta era digital los conceptos son,
recurrentemente, rebasados por la realidad: como ha sucedido con la
concepción tradicional del periodismo, hoy, cualquier persona que
disponga de una cámara de video, puede documentar y registrar sucesos
trascendentes. Finalmente, el objetivo de este oficio es la extracción
de la información relevante para la ciudadanía, y aunque un periodista
profesional ostentaría una ventaja en el tratamiento de la información,
el objetivo esencial es que esta sea pertinente.
Hoy, las manifestaciones espontáneas de
documentación en la red, están creando bases de datos que podrían
incluso suplantar eventualmente a los tradicionales medios de
comunicación, sobre todo en los casos de conflictos donde generalmente
los medios son cuestionados, o incluso ni siquiera tienen acceso a ser
testigos experienciales de ciertos sucesos.
En Siria, algunas iniciativas digitales, han documentado la información recolectada por periodistas civiles, que han enriquecido la data sobre el conflicto armado de ese país.
También, hace unos días en México, un fenómeno sin precedentes emergió a partir de una iniciativa promovida por la organización en pro de la libertad de expresión, Article 19,
la cual emitió una convocatoria para “monitorear”, desde la ciudadanía,
el transcurso de la manifestación conmemorativa de la masacre
estudiantil, perpetuada por el gobierno en 1968.
En la toma de protesta del actual
presidente de México, Enrique Peña Nieto, varias organizaciones
denunciaron detenciones indiscriminadas en el evento. En este contexto,
Article 19, previó que la marcha del 2 de octubre podría estar permeada
de un hostil ambiente, por lo que organizó esta red de monitoreo, a
partir de periodistas independientes o periodistas ciudadanos. Gracias a
esta campaña, se logró documentar evidencia de policías vestidos de
civiles en actos de aprehensiones, una situación que en un principio
había sido negada en un por las autoridades de la Ciudad de México.
El principal argumento de los grandes
medios de comunicación, en contra del valor del periodismo ciudadano, es
que este resulta efímero, responde a la inmediatez y carece de una
jerarquización de la información que únicamente se aprende mediante el
oficio. Sin embargo, los ejemplos prácticos demuestran la trascendencia
de las evidencias informativas, sin importar si el testigo es o no un
profesionista de la información: finalmente la pertinencia de las
historias contadas, resulta la característica más relevante para que
estas cumplan con su papel informativo, y por lo tanto, periodístico.
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