El sexo como herramienta evolutiva
Si queremos consumar el proceso evolutivo en el que aparentemente nos encontramos inmersos y alcanzar colectivamente un rediseño de los viejos paradigmas, es indispensable elevar la frecuencia de nuestra vida sexual.
Por: Javier Barros Del Villar
Vivimos en una época de transformación
acelerada. La información disponible, ese arca repleto de bits, memes, y
ecos arquetípicos, se duplica con una velocidad hasta hace poco
inimaginable. Los pilares de la realidad socialmente convenida, por
ejemplo el sistema financiero, o la perspectiva tradicional ante
conceptos como la conciencia o el trabajo, parece condenada al
desvanecimiento gradual. El arte canaliza su natural inquietud en una
rebeldía ante las viejas fronteras –desde las biológicas, con el
bioarte, hasta su estructura centralizada, con el arte callejero. Y en
medio este carnaval evolutivo deberíamos incluir, de manera prioritaria,
a la sexualidad, por cierto uno de los mayores pulsos energéticos a
nuestra disposición para acceder a planos paralelos .
Sin ánimo de privarnos de la atmósfera
festiva que resuena en la actualidad, pero con el afán de conducir esta
evolución compartida hacia un destino benéfico, es importante enfatizar
en la enorme relevancia que tiene nuestra evolución sexual dentro de
este inédito desdoblamiento colectivo. Y para reafirmar este proceso
sexo-evolutivo quizá lo más prudente sea reconocer la gran complejidad
que implica el transformar nuestros paradigmas sexuales –recordemos que,
a fin de cuentas, la intensidad energética que caracteriza esta
actividad puede fácilmente tornarla en en una fuerza indomable.
Pero más allá de contemplar la épica
naturaleza de esta misión, este experimento voluntario requiere
reflexionar sobre los hábitos, miedos, deseos, fantasías, y espasmos
emocionales que moldean nuestra vida sexual.
El Poder de la Serpiente
En ciertas tradiciones esotéricas se le
asigna a la energía sexual la figura de la serpiente, siendo la metáfora
más popular la empleada por el hinduismo, en la cual se nombra a la
serpiente como Kundalini. Lo anterior se debe a que nuestra
energía corpórea se manifiesta en una intempestiva hebra que yace
dormida, esperando a ser activada, en la base de nuestra estructura –
específicamente junto al sacro, coincidiendo con el primer chakra, el Mulhadara.
De acuerdo con la tradición hinduista esta serpiente se encuentra replegada, enrollada tres veces y media en torno al Lingam (el
cual simboliza el cuerpo físico de la deidad), y la evolución personal
no podrá consumarse del todo si no se es capaz de despertar a este ser,
en un proceso que involucra su recorrido por cada uno de los siete
chakras principales –travesía que habrá de llevar a cabo a través del
canal energético central, el sushuma nadi, en un proceso que detonará inenarrables episodios místicos.
Finalmente, al llegar al Sahasrara (conocido
como chakra corona), esta serpiente florecerá sobre nosotros,
proyectándose a lo largo del conducto que nos enlaza con la energía
divina –por cierto este acto es uno de los que se asocian
específicamente con el hecho de iluminarse.
Desaprovechando el Sexo
Como fenómeno antropológico y
psicosocial resulta interesante reflexionar sobre las causas que han
favorecido la desacralización de nuestra sexualidad. En lugar de
aprovecharse como una sublime fuente de energía, la tendencia dominante
ha sido traducirla en un detonante de distracción, frivolidad,
relaciones de poder, miedos y tabúes. Incluso podríamos considerarla
como la fuente principal de traumas que acumulamos individualmente. Y
aquí quiero aclarar que no coincido con Freud en atribuir cualquier
malestar mental a sombríos episodios de nuestra sexualidad. Pero
considero que una parte considerable de las improntas que van definiendo
nuestra identidad, son provistas por experiencias ligadas a nuestra
sexualidad –fenómeno avalado por las narrativas mitológicas de diversas
culturas.
¿Qué sucedió entre los arcaicos rituales
tántricos y el consumo obsesivo de pornografía, entre las danzas que
tributaban la fertilidad en medio de majestuosos bosques y el uso del
sexo como un vehículo ideal para establecer relaciones de sometimiento o
manipulación? ¿Por qué el sexo se torno en una dinámica definida por el
pudor, el ego, o la frivolidad? ¿Quién se beneficia ante el
desaprovechamiento tajante de nuestro más tenaz dispositivo evolutivo?
Obviamente no pretendo dar respuesta a
estas interrogantes, análisis para el cual definitivamente no me siento
calificado, pero creo que parte de la clave para promover un cause
evolutivo en torno a la sexualidad contemporánea está en asumir las
actuales circunstancias, en observar nuestra vida sexual y en imaginar
posibles rutas de emancipación ante este escenario.
El Retorno de la Sexualidad Espiritual
Dentro de la actitud social que se
mantiene actualmente frente al sexo, se pueden detectar una serie de
fenómenos que de algún modo bloquean el flujo de la evolución sexual. Y
es curioso como al hacerlos conscientes, es decir al dedicarles un poco
de reflexión, emerge casi de manera automática la probable solución para
superarlos. A continuación mencionaré un par de los que considero más
palpables:
- Falta de conciencia ante la enorme cantidad de energía involucrada en un intercambio sexual.
Lo anterior se traduce en una
indiscriminada elección de parejas sexuales, algo que fomenta el
establecimiento de lazos profundos entre personas que no necesariamente
resuenan. En este sentido no se trata de disminuir la intensidad de tu
vida sexual, y mucho menos de promover la monogamia, simplemente es
cuestión de hacer un ejercicio reflexivo y tomar en cuenta los que
resulte de esta reflexión a la hora de decidir conscientemente con
quién, cuándo y dónde vas a sostener un encuentro sexual.
En algunas tradiciones mística, o al
menos en algunos de sus derivados, se asegura que al tener sexo con una
persona estamos entablando un vínculo energético que podría durar
aproximadamente siete años. Otra versión afirma que este acto produce
una comunión kármica que en un plano energético tiene una particular
importancia. Pero más allá de especular sobre que sucede energéticamente
cuando dos individuos copulan, lo que parece innegable es que son
sesiones que alojan un profundo intercambio en múltiples niveles.
De acuerdo a lo anterior la ‘solución’
emerge de forma lubricada: date cuenta de las distintas consecuencias
etéreas que derrama un encuentro sexual, y toma esto en cuenta para
guiar tu discernimiento al momento de decidir con quien mezclarte.
Recuerda que a nivel energético no existe el ‘sexo casual’ ya que este
intercambio metafísico conlleva el que cada uno de los involucrados se
vaya a casa con llevándose energía del otro.
- La ansiosa búsqueda del orgasmo
Culturalmente estamos programados para
asociar el sexo casi exclusivamente con el placer, y a este último con
el orgasmo. Muchas personas consideran como un ejercicio fracasado el
mantener un encuentro sexual que no derive en un orgasmo ‘explícito’.
Pero el intercambio energético que mencionábamos anteriormente se
potencializa de manera significativa cuando hay un orgasmo de por medio.
El ‘abusar’ de la frecuencia orgásmica sin tener conocimientos
relativamente avanzados de manejo de energía puede provocar vacíos que
repercuten en la salud física, emocional, y mental de una persona, e
incluso se considera que atenta directamente en contra de la longevidad.
Y como suele ocurrir con cualquiera de las grandes fuentes de poder, el
orgasmo manifiesta un marcado doble filo: puede ser un vehículo que te
ayude, literalmente, a iluminarte –con la lucidez mental y la fortaleza
física que este proceso implicaría– y por el otro lado es una fuerza
que puede fácilmente desahuciarte.
En este punto la respuesta parece ser el
poner atención a tus ritmos orgásmicos y el comprobar que puedes
sostener encuentros sexuales memorable, quizá históricos, sin necesidad
de llegar al orgasmo.
- El encausamiento de la energía sexual
Generalmente cuando la energía sexual se
hace presente en nuestros cuerpos, un pulso que si observamos unos
instantes podemos fácilmente ubicar centímetros debajo de nuestro
ombligo (región que aloja el chakra raíz), lo interpretamos como un
urgente llamado que requiere de una respuesta física y explícitamente
sexual –ya sea que busquemos la cópula o al menos, para consolarnos, la
masturbación. Sin embargo, resulta que la misma energía que podemos
encausar a través del conducto sexual es la que utilizamos para
propulsar nuestra creatividad.
La próxima vez que escuches el llamado
de este tipo de energía recuerda que el sexo no es la única manera de
canalizarlo, y si intentas conducirla hacia una actividad que involucre
tu centro creativo, seguramente obtendrás resultados interesantes y
habrás exitosamente circulado el aliento de la serpiente.
Para concluir este breve paseo solo me
gustaría aclarar que cada quien es libre de diseñar su vida sexual como
le plazca –de hecho, al ser uno de los flujos más íntimos y poderosos es
particularmente importante defender su soberanía ante cualquier
‘invasor’. Y si bien este texto corre el riesgo de caer en una especie
de recetario new age que dicte que hacer con tu vida sexual, lo
cierto es que la intención original es simplemente compartir algunas
reflexiones que te inviten a tomar responsabilidad sobre tu vida y tus
acciones, esperando así contrinuir a la fiesta evolutiva que tengo el
privilegio de compartir contigo.
Twitter del autor: @paradoxeparadis
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